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¿Quién es Yaneth Ovando Reazola?

¿Quién es Yaneth Ovando Reazola?

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Walter Rincón Rovelo/Trascender Online Opinión

Primera de dos Partes

Cuando Manuel Gómez Morín acuñó una de sus tantas célebres frases: “hay que mover las almas” de los ciudadanos, se refería  a ser agentes de un verdadero cambio social, a limpiar la vida pública de México, a sembrar la semilla de la democracia, conceptos que los antiguos panistas de Chiapas sabían muy bien de qué estaba hablando el chihuahuense.

Hoy, a 77 años de la fundación de Acción Nacional (septiembre de 1939, por si algún panista trasnochado no lo sabía), en Chiapas  queda muy poco de aquella mística que invitaba: a dar, no a recibir, de luchar por una patria ordenada y generosa; y una vida mejor y más digna para todos.

Ese concepto romántico que en su momento fue estandarte para enfrentar el oprobio del sistema, ahora es escombro, tierra infértil, debido a la ambición hambrienta y sin medida de quienes, por un lado, aún dirigen el partido; y por el otro, los que buscan arrebatar el reducido botín que significa el PAN, para seguir obteniendo prebendas y para que “el bien común” siga abasteciendo su inmoralidad por el dinero y el poder fácil.

El más fiel ejemplo de ello, es Yaneth Ovando Reazola, candidata a la dirigencia estatal del PAN, matriarca de la cultura de la impunidad.  Atrás de ella se encuentra la mano corrompida y corruptora de quienes aspiran a tener al PAN como partido satélite, a modo, agachado y servil para los intereses mezquinos que se cocinarán en el 2018.

Los que presumen manejar los hilos del poder en Chiapas, se han dado cuenta anticipadamente que será difícil imponer al sucesor del gobernador Manuel Velasco Coello, por todas las torpezas que ha hecho y el desgarriate en que mantiene al estado.

Velasco se ha ganado a plomo al repudio de la ciudadanía, por ello ahora solo encabeza eventos cerrados en donde sus guarros puedan controlar fácilmente algún sobresalto. Teme que lo increpen y le digan algunas cuantas verdades.

Debido a este divorcio Velasco/Chiapas, los “artífices” del gobierno saben que es más fácil y barato comprar a los partidos políticos como el PAN, PRD y Morena para secuestrar una posible alternancia. En el PRD, está por el momento su fiel lacayo,  César Espinosa; en Morena, el autodenominado líder moral, Pío López Obrador, quien siempre se ha vendido al mejor postor, y finalmente en el PAN, buscan imponer a una marioneta que sepa obedecer, y no resulte tan astuto como Carlos Palomeque Archila, que le exprimió todo el jugo que pudo al PAN.

Es por ello que el sistema se ha fijado en Yaneth Ovando Reazola, quien no tiene ningún mérito para asumir el liderazgo de los panistas en Chiapas, pues ni siquiera cuenta con el apoyo de sus correligionarios en San Cristóbal de las Casas, de donde es originaria, no tiene capacidades probadas, no sabe si quiera hablar en público, mucho menos construir por si sola ideas claras, carece de tema de conversación,  su talento y sus virtudes son escasas.

Yaneth Ovando ha ocupado cargos de elección popular, pero nunca ha hecho campaña, ha ganado elecciones por la vía plurinominal,  gracias a la “generosidad” de sus padrinos.

¿Pero sabrán los panistas de Chiapas, esos que irán a votar el 27 de marzo, y los que juegan en las grandes ligas quién es en verdad Yaneth Ovando Reazola? Sobre ella pesa una grave acusación de impulsar y administrar una serie de radios piratas ubicadas en el Barrio Guadalupe de San Cristóbal de las Casas.

En vez de premiarla con la dirigencia estatal del PAN, bien haría la Procuraduría General de la República (PGR) investigar a fondo lo que en coletolandia es sabido por propios y extraños, que Yaneth Ovando y compañía quebrantan la ley. De ser cierto, el mismo reglamento interno del PAN le impediría ser dirigente estatal, pues para ello se requiere de tener un modo honesto de vivir.

Muy mal se vería el PAN en Chiapas, que Yaneth Ovando sea la líder de generosos hombres y mujeres, que construyeron con sangre y sudor, la historia de ese partido, como don Joel Escobar, en la Costa; Agustín Vargas, de Huixtla;  Manuel Gutiérrez, Valdemar Rojas, Benjamín Trujillo, Antonio Vudoira, José Luis Aguilar, Carlos Avendaño (el viejón, no el hijo por supuesto), Eliseo López, Manuel Morales, Manuel Megchún, Francisco Domínguez, Raúl Waller, Esteban Delgado, José Luis Martínez, Víctor Manuel Martínez, todos de Tuxtla.

Mujeres guerreras como Esperanza Megchún, Ruth Escarlet, Nely Avendaño, Guadalupe Valancia, Maribel López, Rosy Zebadúa, Rocío Martínez,  en fin tantos y tantas más que defendieron los principios humanistas y democráticos de Acción Nacional, que es incorrecto dejar de mencionarlos al recordar los tiempos memorables del blanquiazul.

Por este ejército de hombres y mujeres, algunos ya fallecidos, y otros expulsados, el PAN en Chiapas está llamado y obligado a regresar a los valores primigenios, sin concesiones cobardes ni desplantes estridentes, a evitar a toda costa que la mano del poder lleva a los “meadores de agua bendita”, (frase de Adolfo Christlieb Ibarrola) a tomar por asalto la dirigencia estatal.

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