NO LEGALIZAR LA MARIHUANA
Psic. Carlos Hiram Culebro Sosa (*)
En relación a los argumentos que en diversos medios de comunicación se siguen presentando como evidencias de la ventaja de legalizar la marihuana, deseo insistir en lo ya expresado que la marihuana no es peligrosa porque esté prohibida, sino que está vedado su libre consumo porque es peligrosa.
Es saludable el debate que se desarrollará en el país sobre el tema, sin embargo, ese análisis debe partirse de un diagnóstico objetivo, considerando que la legalización que se propone no eliminaría el tráfico de esa droga, pues quienes la comercializan buscarían circunstancias no autorizadas para ello, como conductores de vehículos, menores de edad, horarios nocturnos, etcétera, como ocurre con la compraventa no permitida del tabaco y alcohol. Desde luego, la otra opción es que pudiera comprarse esa hierba como ahora se hace con un chicle, pero en ese caso con qué libertad nos subiríamos a un avión cuando el piloto pudiera estar volando desde antes de encender los motores de la aeronave.
Asimismo, la experiencia de varios países demuestra claramente que una mayor permisibilidad en cualquier droga incrementa sus consumidores, por ende, también aumentan las repercusiones individuales, familiares y sociales que genera ese tóxico; por el contrario, disminuyen con un mayor control.
Otro motivo a favor de esa medida legislativa es que se destinan fuertes cantidades de dinero a combatir el narcotráfico y atender las adicciones, sin embargo, debe considerarse que es mucho más el presupuesto para atender la oferta de drogas que la demanda de las mismas, por lo que deben invertirse esos proporciones, destinar más a evitar la aparición de la farmacodependencia y aprovechar la experiencia de países exitosos en la prevención, como Suecia.
Sobre el uso de la marihuana con fines medicinales, hay acuerdo casi unánime que con ese propósito se emplee como último recurso, a lo que cabe agregar que los beneficios para la salud humana, en varias patologías, no están plenamente comprobado.
No son pocos los que argumentan que la legalización generaría impuestos que pudieran destinarse al tratamiento de los adictos, sin embargo, los recursos financieros que se producirían con esa medida serían insuficientes para atender a los nuevos usuarios que esa medida causaría.
Por otra parte, la legalización da origen a interrogantes que no se han contestado, como son las siguientes: ¿se reduciría o regularía la toxicidad de la marihuana (creciente en esa hierba mediante procedimientos que incrementan la cantidad de tetrahidrocannabinol en esas planta), qué institución regularía su consumo y cuál sancionaría, o acaso no habría punición? entre otras.
No me cabe la menor duda que los que abogan por esa medida creen ingenuamente que la legalización acabaría con el narcotráfico y los delitos que provoca, a la vez, confían en soluciones simples para problemas complejos.
Por último, La Junta Internacional para la Fiscalización de Estupefacientes de las Naciones Unidas, en 1992 declaró que los promotores de la legalización no han presentado alternativas viables, comprensivas y coherentes al actual sistema internacional para el control del consumo de drogas.
* Catedrático de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH)