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La Travesía Espiritual y la Elaboración de la Casita del Niño Dios en Acala: Acto de Fe y Devoción

La Travesía Espiritual y la Elaboración de la Casita del Niño Dios en Acala: Acto de Fe y Devoción

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https://youtu.be/cNe0HXKHkHg

Walter Rincón Rovelo/Job Colmenares Santiago/Trascender Online Noticias.

En los corazones de los habitantes del municipio de Acala, Chiapas, México; florece una de las festividades más conmovedoras y significativas: la elaboración de la casita del Niño Dios, en el día de la Noche Buena, sincretismo de lo nativo e hispano.

La preparación para esta ceremonia comienza con la recolección de la flor del Niluyarilo, que adorna la casita preconstruida con estructura de madera y hojas de caña secas. La jornada inicia el día 15 de diciembre, tras una misa que oficia el sacerdote, bendiciendo el recorrido. Hombres de diversas edades emprenden un extenso trayecto hacia la región de los Altos, cargando en sus hombros el anhelado tesoro: la flor de tonos rojos que engalana esta tradición.

No es un simple viaje físico, es una travesía espiritual donde la fe se entrelaza con la oración y las promesas. Cada paso, cada flor cargada, es un acto de preparación del espíritu para la llegada de Jesús. Este peregrinaje se viste de significado y devoción, un ritual que se renueva año tras año, uniendo corazones en la espera del advenimiento del Salvador. El día 22 de diciembre marca el retorno triunfal de los peregrinos al pueblo, donde son recibidos con vivas, oraciones y algarabía.

Con la misma flor recién obtenida, se confecciona la casita o pesebre del Niño Dios, que resplandecerá el día 25 de diciembre, en la colorida y conmovedora festividad de Navidad.

La peregrinación de los floreros se arraiga como una tradición profundamente enraizada en la identidad cultural chiapaneca, una manifestación de los pueblos que componen este rico tejido etnolingüístico.

Para Acala esta práctica ritual, no es solo un evento religioso, sino un lazo que une a la comunidad en fe y devoción por el nacimiento del Niño Jesús.

El proceso de elaboración de la casita del Niño Dios comienza a las 6 de la mañana del día 24 de diciembre. Este año, las familias Hernández Gómez y Hernández Interiano tuvieron el honor de ser los priostes [persona que sufraga todos los gastos de la hechura de la casita], después de 27 años de espera.

La lista de priostes ya tiene nombres anotados hasta el año 2047, requiriendo una espera de 24 años para aquellos que deseen participar como priostes. Hombres expertos en hacer la casita, se congregan en la vivienda del prioste.

Con precisión, cortan el tallo sobrante de la flor del Niluyarilo, depositando los segmentos en mesas para su limpieza. El café y el pan, el taco de barbacoa y arroz se convierten en aliados durante un breve receso, proporcionando la energía necesaria para el arduo trabajo que sigue. El proceso de ensamblaje de la flor en la estructura de la casita requiere al menos cinco horas de dedicación minuciosa.

Cada flor es colocada con esmero, entrelazándose desde abajo hacia arriba, mientras se añaden flores de color naranja llamadas mazorcas a su alrededor de la parte baja, añadiendo un toque particular a esta obra de devoción. Una vez finalizada la construcción, se coloca la cruz en la cúspide de la casita, dando inicio el recorrido por las principales calles de Acala.

La alegría, el fervor y la fe se manifiestan en cada paso, niños, jóvenes, adultos, comparsas de chuntás, parachicos, figurones y disfrazados acompañan el paseo, también lo hace más alegre los cohetes, el tambor y pito, la banda de música de viento y decoraciones navideñas que la gente le coloca a su paso. Haciendo esto, muy penetrante en los ojos y corazones de acaltecos y visitantes.

El destino final de la casita es la parroquia de San Pablo Apóstol, ubicada en el corazón de Acala. Antes de entrar, deben sortear un techo que apenas supera la altura de la casita sostenida en hombros de los floreros. Una vez dentro, entre vitores y alabanzas, la casita se convierte en el centro de una celebración llena de júbilo, fervor religioso y emociones encontradas.

La noche culmina con la celebración de una misa en honor al nacimiento del Salvador.

El sacerdote presenta al Niño Dios recién nacido y la comunidad acompaña a la procesión por las calles, anunciando la llegada del Salvador.

Finalmente, en un acto lleno de emoción, el Niño Dios es depositado en su pesebre-casita. La elaboración de la casita del Niño Dios en Acala, Chiapas; no es simplemente una tradición navideña, es un acto de fe que une a una comunidad en la celebración de la venida del Salvador. Esta ceremonia, arraigada en la historia y la identidad cultural de Chiapas, es un testimonio conmovedor de la espiritualidad y el amor que prevalecen en esta época tan especial del año.

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