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La realidad en México de tener 12 años y estar casada

La realidad en México de tener 12 años y estar casada

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En el país más de 23 mil niñas de entre 12 y 14 años han contraído matrimonio, lo que afecta su proyecto de vida.

El matrimonio de niñas a temprana edad trae como consecuencia embarazos y partos prematuros, muerte por gestación o complicaciones en el parto y deserción escolar, entre otros. CIUDAD DE MÉXICO.- En el país 23 mil 605 niñas de 12 a 14 años están casadas, viven en unión libre o se encuentran separadas de su pareja, es decir, no son solteras, según un análisis de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim).

A su corta edad son niñas que al vivir en pareja corren varios riesgos: embarazos y partos prematuros, muerte por gestación o complicaciones en el parto, deserción escolar y la reproducción de la pobreza en su descendencia.

Ante esta realidad, el cinco de diciembre de 2014 entró en vigor la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, que establece los 18 años como edad mínima para contraer matrimonio.

Esta acción legislativa pretende favorecer el desarrollo y las oportunidades de tener un proyecto de vida de 19.4 millones de niñas y adolescentes de 12 a 17 años de edad (16.2 por ciento de la población mexicana), según datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi).

Sin embargo, la ley no es suficiente, porque las uniones libres van en incremento y las niñas y mujeres viven con sus parejas mucho antes de cumplir la mayoría de edad sin contraer nupcias. La Redim indica que uno de cada 33 adolescentes, mujeres y hombres de entre 12 y 17 años no es soltero.

Niñas esposas

Las causas del matrimonio infantil son variadas, explicó en entrevista el sociólogo Claudio Stern, ex director del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México. Por ejemplo, una niña de una comunidad rural puede casarse por carencias económicas, pocas oportunidades de desarrollo o para convertirse en persona digna de respeto, ya que casarse a temprana edad le da un estatus dentro de la comunidad; mientras que una que vive en entornos urbanos puede ser forzada a formar una familia.

El sociólogo abundó que la pobreza, la desigualdad y la prevalencia de valores conservadores son elementos que desencadenan situaciones como el matrimonio infantil.

De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), aproximadamente 40 por ciento de la población indígena o en áreas rurales es menor de 18 años, lo que sugiere que, en estas comunidades, niñas, niños y adolescentes enfrentan mayores desventajas que el resto de las personas menores de 17 años.

Los estados donde hay más niñas casadas o unidas, según la información recopilada por la Redim con datos de Inegi, son Guerrero, Tabasco, Michoacán y Chiapas.

El estado sureño de Guerrero, una de las entidades con mayor pobreza, ocupa el primer lugar en matrimonio infantil. Existen 16 mil 909 niñas y adolescentes que no son solteras (18.3 por ciento), de las cuales casi 10 por ciento (mil 645) son niñas de 12 a 14 años.

En segundo lugar se encuentra Tabasco, donde hay 10 mil 126 niñas y adolescentes casadas o unidas, de las cuales 869 tienen entre 12 y 14 años de edad. En tanto que en Michoacán hay mil 665 niñas de 12 a 14 años en esta situación, y en Chiapas suman mil 817 niñas.

Madres solteras

Una de las consecuencias negativas del matrimonio y las uniones tempranas son los embarazos no deseados o no planeados. La Redim indica que si se compara una niña de 12 años casada o unida con una adolescente soltera de 17 años, la niña tiene más posibilidades de ser madre que la joven.

Los embarazos tempranos son un fenómeno creciente. Según la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2014 (Enadid) del Inegi, en 2009 ocurrieron en el país 70 nacimientos por cada mil adolescentes de 15 a 19 años de edad, 5 años después se incrementó a 77 nacimientos; mientras, los nacimientos registrados en niñas menores de 15 años, de 2009 a 2014, fueron 67 mil 379.

Un embarazo en la niñez o adolescencia, de acuerdo con las instituciones de salud pública, con frecuencia no es planeado ni deseado, y aunque lo sea, no existen suficientes alternativas para cubrir de la mejor manera todas las necesidades que la niña o adolescente requerirá durante la gestación y el parto.

La Secretaría de Salud indica que ser madre o padre adolescente refuerza condiciones de vulnerabilidad, marca roles de género tradicionales, pero sobre todo, implica perder vivencias y conocimientos propios de la adolescencia.

La maternidad y paternidad temprana suele tener efectos negativos graves en las hijas e hijos de las niñas y adolescentes, exponiéndolos a condiciones adversas que obstaculizan su desarrollo.

El embarazo infantil también trunca la educación de las niñas y adolescentes. De acuerdo con cifras de 2010, 17.7 por ciento de las mujeres menores de 18 años y 30.7 por ciento de las menores de 15 años que se embarazaron, dejaron de ir a la escuela.

Otro efecto negativo son las oportunidades laborales y los ingresos de las adolescentes. La mayor parte de las madres jóvenes no tiene empleo ni ingreso independiente al momento de tener a sus hijos e hijas, y las niñas de 10 a 14 años que son madres tienen mayor probabilidad de trabajar en una etapa en la que deberían estar en la escuela.

Estrategias

Organismos internacionales de Naciones Unidas como la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW), el Comité de la Convención para la Eliminación de Todas las formas de Discriminación contra la Mujer (Cedaw) y el Comité de los Derechos del Niño, han llamado a los Estados a eliminar el matrimonio infantil.

Ante estos llamados y considerando que esta práctica pone en riesgo la salud sexual y reproductiva de las niñas —por sus características (biológicas, psicológicas y sociales) se exponen a consecuencias negativas— el gobierno federal también lanzó una estrategia para disminuir el embarazo en adolescentes.

En 2015 se implementó la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes (Enapea), que tiene como objetivos reducir 50 por ciento la tasa de fecundidad de ese grupo poblacional entre 15 a 19 años y erradicar embarazos en niñas de 14 años o menos para 2030.

La estrategia incluye acciones como reformas para que el matrimonio sea hasta los 18 años de edad; promover educación integral en sexualidad en escuelas; servicios y clínicas amigas de los y las adolescentes, y campañas en medios de comunicación, entre otras.

Por Sipse

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