Rousseff asegura que no violó ninguna ley; traman un «golpe de Estado», dice
BRASILIA.- La suspendida presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, acudió el lunes al Senado para presentar su defensa de los cargos de violar las leyes presupuestarias del país, en el marco de un juicio político que se prevé la removerá definitivamente de su cargo esta semana.
Los senadores interrogarán a Rousseff en una sesión que se espera se extienda todo el día. El Pleno del Senado realizará una votación sobre el proceso el martes o el miércoles por la mañana, en la que podrían condenar a la mandataria y marginarla de su puesto.
Si Rousseff es removida, el presidente interino Michel Temer asumirá oficialmente como líder de la mayor economía de Latinoamérica por el resto del actual mandato hasta 2018.
La presidenta suspendida Dilma Rousseff dijo a los senadores el lunes que se la acusa injustamente de violar las normas fiscales en su manejo del presupuesto federal.
En el inicio de su alegato en el juicio político, dijo: «Sé que seré juzgada, pero mi conciencia está limpia. No he cometido delito».
Rousseff recordó a los senadores que fue reelegida en 2014 por 54 millones de votantes. Añadió que en todo momento se atuvo a la Constitución e hizo lo mejor para el país.
En sus palabras, «no puedo sino sentir la amargura de la injusticia».
La comparecencia de Rousseff en su juicio político es la culminación de un enfrentamiento que se remonta a fines del año pasado, cuando la oposición presentó la moción de destituirla. En los próximos días, el Senado, en su carácter de juez, decidirá si la destituye.
Varios cientos de manifestantes concentrados frente al Congreso la aplaudieron a su arribo.
En mayo, el Senado votó por 55 votos contra 22 suspenderla durante 180 días mientras preparaba el juicio. Michel Temer, su vicepresidente convertido en su némesis, asumió la presidencia interina.
Un funcionario que tuvo acceso al alegato inicial de Rousseff dijo que su tono sería muy firme, lo que acrecentaría las tensiones luego de los primeros tres días del juicio, en los que abundaron insultos, gritos y una declaración del presidente del Senado de que «la estupidez es infinita».
Se prevé un alegato de 30 minutos de Rousseff, después de lo cual partidarios y adversarios podrán hacer preguntas.
La presidente izquierdista, que está en la mitad de su segundo periodo, es acusada de violar normas fiscales para ocultar problemas del presupuesto. Ella sostiene que no ha violado norma alguna y que sus adversarios están llevando a cabo un «golpe de Estado».
El juicio es presidido por el titular de la Corte Suprema, Ricardo Lewandowski.
Frente al Congreso se erigió un gran muro para separar a partidarios de Rousseff de los activistas a favor de la destitución. El domingo no se permitió la presencia de gente en el lugar, que estaba totalmente desierto. Dirigentes sindicales y de movimientos sociales dijeron que la escena sería totalmente distinta el lunes durante el alegato de Rousseff y durante la votación final el martes o miércoles.
El consenso apunta a que el proceso concluya en su remoción del cargo y en el fin de 13 años de dominio del Partido de los Trabajadores.
Rousseff ha denunciado que el proceso de destitución de nueve meses ha paralizado la política brasileña, como una conspiración para derrocarla.
Pero una profunda recesión de la que muchos brasileños la culpan y un escándalo de corrupción en la empresa estatal de energía Petrobras han socavado su popularidad desde que fue reelegida en 2014.
Si el Senado condena a Rousseff el martes o el miércoles como se prevé, Temer, de 75 años, será confirmado como presidente durante el resto de su mandato hasta el 2018.
Temer se ha comprometido a adoptar medidas de austeridad impopulares para frenar un creciente déficit fiscal que costó el año pasado a Brasil su calificación de crédito de grado de inversión.
En el discurso de 30 minutos Rousseff podría referirse a su lucha por la democracia, desde su detención y tortura durante la dictadura militar por pertenecer a un grupo guerrillero a su elección como la primera mujer que encabeza al país.
Veinte de sus exministros la apoyarán desde la galería del Senado, junto con su mentor político y expresidente, Luiz Inácio Lula da Silva, fundador del PT.
Con las probabilidades en su contra, el testimonio de Rousseff parece estar orientado a hacer un punto en los libros de historia de que su destitución fue una farsa más que a influir en los 81 senadores para impedir su remoción del cargo.
Por El Financiero