Deberá decidir sobre si el Estado debe garantizar esta información a menores o si sólo es una atribución de los padres.
Desde 1974, en los libros de texto de quinto de primaria se introdujo información sexual, y en los de secundaria, sobre la prevención de embarazos y enfermedades de transmisión sexual. Foto:
CIUDAD DE MÉXICO. El próximo miércoles, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) decidirá si el Estado debe garantizar o no la educación sexual a menores de edad, así como información sobre métodos anticonceptivos y orientación sobre salud sexual y reproductiva.
Sea cual sea la decisión, será polémica, debido a que mientras hay sectores sociales que consideran que la educación sexual de los niños y adolescentes es una atribución de los padres, mientras que otros ven en la ausencia de educación las causas de los embarazos adolescentes.
Un ejemplo del complejo análisis sobre este tema, es que si bien desde hace 33 años (1974) se introdujeron algunos temas de educación sexual en los libros de quinto de primaria, sobre prevención de embarazos y de enfermedades de transmisión sexual (ETS) en los libros de secundaria, hasta ahora siguen causando polémica.
Un estudio de 2015, de la Secretaría de Educación Pública, reveló que los adolescentes mexicanos inician su vida sexual a partir de los 12 a 15 años.
El análisis de la Corte se da a solicitud de un amparo solicitado por Rosario Becerril Alba, una ciudadana de Aguascalientes, quien impugnó nueve artículos de La Ley General de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, publicada el 4 de diciembre de 2014.
Sus argumentos son que habla de la preferencia sexual y porque implícitamente discriminan a los padres de su función, respecto de la guía y enseñanza a sus hijos conforme a sus convicciones morales y religiosas, y explícitamente en cuanto discriminan al niño o adolescente varón por su simple sexo, promoviendo el empoderamiento de las niñas y adolescentes mujeres.
Para que sea negado el amparo de Becerril se necesitan tres de los cinco votos en la Segunda Sala, quien también impugnó la prohibición en la ley para el matrimonio de menores de 18 años, que no será analizado por la SCJN.
Grupos como la Unión de Padres de Familia (UPF) y el Frente Nacional Por la Familia están en contra de que sea el Estado quien imparta la educación sexual, y sugiere que únicamente esté facultado para enseñar a los menores sobre la anatomía humana y no sobre educación reproductiva ni sexual.
La presidenta de la UPF, Consuelo Mendoza García, consideró que un fallo de la Corte a favor violaría los derechos de los padres de familia a decidir los tiempos y formas para habar con sus hijos al respecto.
García, quien aseguró no haber recibido educación sexual en su educación básica, criticó que en los libros de texto gratuitos no se ofrezca a los menores la opción de la abstinencia.
LA REALIDAD
Quienes están a favor de que los temas de género y preferencias sexuales consideran que, además de reducir los embarazos no deseados, la educación sexual a menores de edad podría disminuir los feminicidios, la homofobia y los ataques de odio en el país.
El profesor de El Colegio de México (Colmex), Manuel Gil Antón, especializado en sociología de la educación, consideró que la realidad rebasa la negación de mostrar a los menores las diversas manifestaciones de la diversidad sexual.
Si no trabajan la dimensión erótica de las relaciones sexuales y sólo se quedan en las zonas reproductivas o de higiene, si no reconocen el gigantesco problema de misoginia que se ve reflejado en los feminicidios, la discriminación que se manifiesta en la homofobia y el rechazo a la homosexualidad, no están siendo coherentes con la Constitución que en su artículo primero que habla de la igualdad, argumentó.
El estudio de la SEP de 2015 además reveló que de los varones que cursan el bachillerato, 45% tuvo su primera relación sexual entre los 12 y los 15 años, mientras que las mujeres con un 35% iniciaron en el mismo rango de edad.
Los motivos para que los jóvenes tengan su primera relación sexual están enlistados a los factores de amor, curiosidad, deseo y por sentirse forzados por su pareja.
Por Excélsior