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Estudiantes de Contaduría de la UNACH en Tapachula denuncian serias actitudes misógenas de catedrático

Estudiantes de Contaduría de la UNACH en Tapachula denuncian serias actitudes misógenas de catedrático

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Alberto González/Trascender Online Noticias

PUTA, escribió con letras muy grandes el profesor Moisés Sánchez López en el pizarrón del aula que, durante el semestre pasado, albergaba al 1° “C” de la Licenciatura en Contaduría Pública. Así, en la segunda quincena de octubre de 2016, con su peculiar estilo, daba la más cordial bienvenida a su clase.

Su furibunda reacción había sido provocada por el creciente malestar de los estudiantes que estaban inconformes por la exigencia del mentor de que llegaran a las seis de la mañana de los sábados y domingos, en vez de recibir sus clases en los días hábiles que aparecían en sus horarios.

Teniendo como fondo esa agresiva y enorme palabra bisílaba escrita sobre el pizarrón, Moisés Sánchez López comenzó a caminar a grandes trancos dentro del aula, ese espacio físico que le sirve para liberarse de todas sus frustraciones y amarguras. Se movía entre las columnas de sillas como buscando al culpable de sus enojos, mientras mascullaba expresiones impublicables. Finalmente, se plantó frente a Deyanira, una esbelta jovencita que sintió que el mundo le caía encima. – ¡Aquí estás, puta! ¡Al fin he dado contigo, perra! Eres la que encabeza la rebelión para no venir los sábados y domingos a las seis de la mañana… ¡Sabía que eras una puta…! – le dijo el profesor universitario. Y antes de que la desconcertada jovencita saliera de su estupor, el prócer del Campus IV de la UNACH prosiguió con insultos que disparaba a mansalva contra la indefensa estudiante.

El resto de los veintitantos jóvenes que atestiguaban la escena permanecían inmóviles, sin poder creer lo que observaban y oían. Solo uno de los presentes se atrevió a pedirle al encolerizado profesor que respetara a su compañera.

José Luis le dijo a Moisés Sánchez López que esas palabras no eran propias de un salón escolar y menos de una institución como la Facultad de Contaduría Pública de la UNACH. – ¡Ahhh, ya te estabas tardando putito!– le dijo a José Luis al tiempo que dejaba caer una servilleta sobre el piso del aula. Luego, ordenaría al joven que la levantara pero en la forma en que lo haría una mujer. El joven no acató la orden demencial del profesor y ello propició que tanto Deyanira como el irreverente José Luis recibieran una dosis memorable de improperios que, por respeto a los lectores, aquí no se publicarán.

Este ignominioso capítulo sería el enésimo de los que a diario ocurren en la Facultad de Contaduría Pública, del Campus IV de la UNACH, si no fuera porque los jóvenes del 1° “C” –que ahora cursan el segundo semestre– se atrevieron a romper el silencio y a denunciarlo ante Raúl Ventura Ibarias que nada, absolutamente nada, ha hecho para sancionar con todo el peso de la legislación universitaria al barbaján metido a catedrático.

Desde el 14 de noviembre de 2016, los jóvenes del entonces 1° “C” enteraron a Raúl Ventura de las hazañas perpetradas por este glorioso profesor universitario y aún hoy, casi cinco meses después, los docentes de la Facultad de Contaduría Pública del Campus IV siguen tratando con las patas a los estudiantes que tienen el infortunio de haberse matriculado en dicha escuela. Eso es grave. Pero mucho más grave es que Carlos Eugenio Ruiz Hernández, Rector de la Universidad Autónoma de Chiapas, solape este tipo de malos tratos pese a estar oportunamente enterado de las joyitas que cobran en la Facultad de Contaduría Pública del Campus IV. Más grave todavía que la Comisión Estatal de los Derechos Humanos siga sin dar señales de vida pese a que tanto Rosa Alicia Pérez Siu, Visitadora Adjunta Regional de la CEDH, como Juan Óscar Trinidad Palacios, presidente de esta ornamental comisión, saben de estas aberraciones que a diario ocurren en el Campus IV de la UNACH. Ahora, la papa caliente está en manos de Carlos Eugenio Ruiz Hernández, rector de la UNACH.

En estricto apego a la Ley Orgánica de la Universidad, lo menos que deberá hacer es cesar al distinguido catedrático Moisés Sánchez López y, en el caso de Raúl Ventura Ibarias, lo procedente será destituirlo inmediatamente de la dirección de la Facultad de Contaduría e inhabilitarlo para que nunca más vuelva a cometer las mismas torpezas que lleva en su récord personal.

Por si Carlos Eugenio Ruiz Hernández no lo sabe, aquí le ayudamos: Raúl Ventura Ibarias es culpable por omisión y encubrimiento. Fue omiso por no actuar de inmediato, cuando los estudiantes interpusieron su queja que fue avalada por todos los integrantes del grupo. Y al no hacerlo, cayó en el segundo delito: por encubrir a un culpable que merecía ser sancionado conforme la legislación universitaria. En los días por venir, iremos ventilando más putrefactos casos que se esconden bajo el tapete de las direcciones de las escuelas del Campus IV de la UNACH…

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