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El oro verde, fortaleza que perdura

El oro verde, fortaleza que perdura

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Fredy López Arévalo

La cultura del café en Guatemala es tan antigua como la de Chiapas; solo que en el vecino país los productores del aromático se rascan con sus propias uñas. Es decir, no esperan que el Gobierno los salve de la debacle que ocasionó el hongo de la Roya Naranja. Y es lo mismo para los grandes finqueros que para el sector social, compuesto en su mayoría por indígenas minifundistas.
Las regiones cafetaleras están bien definidas, nunca por debajo de los 800 metros sobre el nivel del mar, y a no más de los 1,200-1,400msnm.
La productividad en grandes y pequeñas plantaciones puede alcanzar, en ambos sectores, hasta los 40 quintales por hectárea.
Y la recuperación ha sido muy rápida. Esto se debe a que los cafeticultores se pusieron manos a la obra y una vez que la Roya Naranja diezmo la producción, renovaron cafetales y ahora las plantaciones lucen nuevas, de jovenes y vigorosos cafetos.
En el altiplano y en las faldas de imponentes volcanes crecen las plantas de café, lo mismo que en el vecino del norte, Chiapas, donde al igual que en Guatemala hay finqueros de ascendencia alemana con gran vocación cafetalera. Al final de cuentas, durante siglos el mercado fue el mismo: Alemania y los Estados Unidos. La diferencia estriba en el paternalismo que existe en el vecino del norte, México, toda vez que en Guatemala los grandes y aun los pequeños (y muy pequeños) productores, están concientes que lo suyo es una empresa, y que no solo están expuestos a las inclemencias del tiempo (ahora por el llamado cambio climático), sino tambien al vaiven de los precios internacionales, que se ríge según la oferta y la demanda.
Antes, quizá hasta 1989, el mercado tenía un comportamiento menos volátil, quizá porque los países productores habían formado una especie de cártel del café, la llamada Organización Internacional del Café (la OIC), donde se podía maniobrar para equilibrar la oferta del grano, según la producción de Brasil, y según los stocks de las grandes torrefactoras en el mundo.
Pero eso se acabó en 1989, y desde entonces el mercado y las bolsas de valores de Londrés y Nueva York son las que fijan los precios. Y algo más. Ya no es Brasil sino Vietnam quien rige el volumen de la oferta exportable. La incursión de Vietnam como país productor de café cambió las reglas del juego, y ya no son las heladas de Brasil las que indican cuánto café saldrá al mercado mundial. En Guatemala lo saben, por eso lejos de estar de quejumbrosos, y de esperar que papá Gobierno les entregue plantitas de cafeto, grandes finqueros y productores indígenas hacen viveros y preparan la renovación de los cafetales, porque ellos saben que mientras más tiempo pase, Vietnam se apoderará del mercado, y al final ese es el propósito. Hacer quebrar a los países menos competitivos, como México (Chiapas incluido), cuya productividad no supera los 17-25 quintales por hectarea. Y estoy hablando del mejor de los casos.
Así que el gobierno de Chiapas tiene una doble misión: restringir (y en caso extremo desalentar, sustituir y hasta prohíbir) el cultivo de café en zonas antípodas (por debajo de los 800msnm o por encima de los 1400msnm). Y fortalecer las plantaciones del sector social donde el cultivo del café sea óptimo, para evitar la deforestación, en abandono de plantaciones y la migración campo-ciudad. Los finqueros están mejor preparados en el ámbito economico y tecnológico para enfrentar la crisis que ha provocado la expansión del hongo de la Roya Naranja del cafeto. Y una más: el gobierno federal, y aún el gobierno del estado, debería procurar conjuntar volumenes y diferenciar calidad para mejorar el precio de venta en el mercado internacional, toda vez que los brokers internacionales están ya concurriendo de manera directa al mercado local, acopiando entre los pequeños productores del aromático a precios leoninos, que hace aún mayor la desventaja para quienes producen entre 5 y 7 quintales por hectárea, que son de por sí los más pobres entre los pobres de Chiapas.
Lo he dicho antes y lo vuelvo a subrayar: Chiapas puede salir fortalecido de esta crisis si reordena plantaciones y se propone incrementar hasta en 10 mil la siembra de cafetos por hectárea, si fomenta la cultura del cultivo (limpia, agobio, y renovación), y si remueve a la voz de ya a quien ha hecho del Incafé un nido de corrupción, nepotismo y negocio privado, provocando con ello que la recupetación del sector se pueda convertir en un factor de inestabilidad social y política similar y aún peor a la que provocó la caída de precios posterior a la ruptura del convenio de cuotas de los países miembros de la OIC, en 1989.

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