MILENIO
Altos niveles de residuos de zinc, cromo, plomo y cadmio, entre otros metales pesados, fueron encontrados en organismos vivos de la región costera sur de país a causa de la contaminación del agua, según revela un estudio efectuado por el biólogo Manuel Mendoza Carranza, investigador del Colegio de la Frontera Sur de México (Ecosur).
La unidad Ecosur en Chiapas dio a conocer a través de un comunicado que «el estudio abarcó el análisis de 18 especies de fauna, 13 de importancia comercial, y todas tuvieron metales pesados en sus tejidos musculares y se asociaron con una red de alimentos a base de detritus residuos, generalmente sólidos permanentes, que provienen de la descomposición vegetales y animales».
Dicho estudio se llevó a cabo en el área de la reserva de la Biósfera Pantanos de Centla, en Tabasco por un grupo de investigadores, encabezados por Manuel Mendoza, provenientes de Alemania, Portugal y los Países Bajos.
En entrevista telefónica, el especialista, con doctorado en Oceanografía Biológica, precisó que esta condición no es exclusiva de la zona, pues se presenta en todo el mundo, sin embargo, aún falta realizar estudios para conocer el impacto real, pues el comportamiento de los contaminantes varía según diversas condiciones.
Sin embargo, precisó que los niveles de contaminación, considerados como «relativamente altos» representan ya un riesgo potencial por lo que los distintos niveles de gobierno habrían de tomar medidas a corto y mediano plazo.
Explicó que los análisis establecieron que el zinc fue el metal pesado más abundante tanto en la región como en el grupo de organismos animales, vegetales y otros organismos, seguido por altas concentraciones de cromo, plomo y cadmio en algunas especies comerciales.
Un ejemplo de especies comerciales afectadas son las mojarras, de alto consumo humano, mismas que «superaron los valores límites internacionales permisibles». Si bien los metales pesados se encuentran en la naturaleza, su aumento está vinculado a las actividades humanas acumulándose en la cadena alimenticia acuática.
Agregó que otro factor preocupante es lo que sucede con los grandes aportes de aguas negras que se vierten en los ríos, pues aunque la naturaleza «recicla» los contaminantes, es decir, tiene cierta capacidad de biodegradación, no todo es eliminado y puede pasar al ser humano.