Defender a la familia no es homofobia, la Iglesia católica no odia ni discrimina a los homosexuales, afirmó Hugo Valdemar, vocero de la Arquidiócesis de México.
Entrevistado por el semanario Desde la fe, el sacerdote rechazó que la Iglesia utilice un lenguaje de odio hacia la población homosexual, y afirmó que se busca marginar a la Iglesia de la vida pública, meterle un complejo de inferioridad, de culpa, dijo.
La Iglesia no sólo no las odia (a las personas homosexuales) sino que las ama, quiere su salvación y su integración a la Iglesia, que es madre. Hay que distinguir: se condena el pecado de homosexualidad como se condena el robo o el adulterio, pero la Iglesia por eso no odia ni al ladrón ni al adúltero, sino que a todo pecador le hace ver lo que es pecado y sus consecuencias, aclaró.
Retó a demostrar que la Iglesia utiliza un lenguaje de odio contra los homosexuales. Refirió que se ha acusado al cardenal Norberto Rivera de incitar al odio y cuestionó en qué misa, acto o declaración pública o privada ha expresado ese rechazo.
Son calumnias, mentiras dichas a propósito con el fin de dañar a los obispos, no sólo al cardenal. Su finalidad es, sobre todo, influir en la opinión pública, de forma especial en los jóvenes, para que se queden con la idea de una Iglesia intolerante y malvada que no permite que las personas se amen libremente, puntualizó.
Enfatizó que la Iglesia no vive de la imagen pública, sino que está para dar testimonio en el mundo. Destacó que en la actualidad la opinión pública se construye sobre el engaño, mientras que la Iglesia lo hace sobre la verdad, por lo que no está para contentar al mundo; el día que lo haga empezará su fin.
El hombre no es más varón y mujer, según la propia sexualidad. Ya no es natural, sino una elección que puede estar en contradicción con la propia genitalidad. La libertad consiste ya no en transgredir las leyes, sino en hacer nuevas leyes, en querer ocupar el lugar de Dios y, curiosamente, en querer destruir la razón, porque toda esta ideología de género no se sostiene en la razón. Este sí es un pensamiento débil, líquido, carente de raciocinio, de ética y dominado por el sentimiento, dijo.
Por El Universal