Atentado en una catedral de Egipto: 25 muertos y más de 40 heridos
ABC | El Cairo.- Al menos 25 personas murieron hoy y otras 49 resultaron heridas en un atentado contra el complejo eclesiástico donde se encuentra la Catedral cristiana copta de El Cairo, dijo a efe el portavoz del Ministerio de Sanidad, Sharif Wadia.
Durante el servicio religioso del domingo, hacia las 10:00 de la mañana hora local, un artefacto improvisado explotó en una capilla lateral de la Iglesia de San Pablo, aledaña a la Catedral de San Marcos, en el barrio cairota de Al Abasiya.
La deflagración rompió los cristales de la iglesia, destrozó bancos y el exterior del edificio, tal como ha podido comprobar este diario. Según los primeros reportes de la Policía, el atentado fue perpetrado con un IED de entre 6 y 12 kilos de TNT.
Se trata del peor ataque terrorista contra cristianos desde 2011, cuando un coche bomba fue detonado junto a una iglesia copta en Alejandría, cobrándose más de una veintena de vidas.
Indignación entre los coptos
Pese a que la policía ha acordonado el perímetro, centenares de egipcios coptos se han acercado al lugar del atentado en lo que pronto se ha convertido en una espontánea protesta contra el Gobierno de Abdelfatah Al Sisi y el Ministro de Interior, a quien culpan de negligencia en proteger a la minoría cristiana, un 10% de la población egipcia.
Coptos con los que ha hablado ABC se mostraron asustados y enfadados. «No había apenas medidas de seguridad. La iglesia es vieja y tiene dos puertas, han conseguido colarse dentro, es terrible» señala Mina, mientras frente a la catedral cientos de coptos pedían la dimisión del Ministro de Interior. «La sangre de los egipcios no es barata», «Sisi, ¿por qué fue atacada esta iglesia?», coreaba la exaltada multitud.
La magnitud del atentado apunta a una brecha en la seguridad: normalmente las iglesias, especialmente las catedrales, están flanqueadas por puestos de seguridad militares o policiales. La espontánea protesta se ha convertido en una de las mayores contra el Gobierno de Sisi en los últimos dos años, que ha controlado con mano de hierro a manifestantes y críticos.
Momentos de horror
Otros coptos todavía no se desprendían del horror del atentado. Según han relatado testigos del atentado a medios locales, tras la explosión el suelo quedó lleno de cadáveres, muchos de ellos destrozados.
Se espera que aumente el número de muertos, la mayoría mujeres, pues la bomba fue colocada cerca de una zona reservada para ellas.
Para los coptos, la catedral de San Marcos es especialmente significativa, pues es la sede del patriarca de la Iglesia Copta Ortodoxa en El Cairo, el papa Teodoro -de visita hoy en Grecia. «Es como si hubieran atentado contra el Vaticano. La catedral de San Marcos es importante no sólo para los cristianos en egipto, sino para los cristianos de Oriente Medio», apostilla otro joven.
Hasta el momento, ningún grupo ha reivindicado el atentado, que tiene lugar días después de que un casi desconocido «Movimiento de los Brazos de Egipto-Hasm» se adjudicara la autoría de un ataque con bomba en la calle Al Ahram, cerca de las pirámides de Giza, que se saldó con la muerte de 6 policías. En los últimos meses, este grupo ha llevado a cabo diversos atentados con coche bomba, dirigidos a fuerzas de seguridad o fiscales envueltos en procesos judiciales contra islamistas.
Punto de inflexión terrorista
Aunque los cristianos son objeto de violencia sectaria en Egipto, especialmente en zonas rurales, y varias iglesias fueron atacadas por turbas e incendiadas en 2013, cuando el entonces militar Abdelfatah Al Sisi sacó al islamista Mohamed Morsi del poder, este atentado es un «punto de inflexión» en la actividad de grupos terroristas en el país, según el investigador para Egipto del Centro Carnegie, Mojtar Awad.
Desde 2013, Egipto hace frente a periódicos atentados terroristas, especialmente en la península del Sinaí. Sin embargo, los objetivos suelen ser posiciones militares o efectivos policiales. Atentados organizados por grupos terroristas contra la minoría cristiana no han sido habituales, aunque Mina Thabet, investigador en minorías de la Comisión Egipcia para Derechos y Libertades (ECRF), señala que es sólo «un paso más consecuencia del discurso sectario y anti-otras religiones de algunos predicadores».
Por Zócalo