Mensaje del senador Roberto Gil, presidente del Senado, durante la Ceremonia Conmemorativa por el Día de la Bandera
Iguala, Guerrero, a 24 de febrero de 2016
SENADOR ROBERTO GIL ZUARTH: Licenciado Enrique Peña Nieto, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos
Licenciado Héctor Adustillo Flores, Gobernador del Estado de Guerrero.
Integrantes del gabinete legal y ampliado del Gobierno de la República.
Representantes de las Fuerzas Armadas Mexicanas.
Autoridades políticas locales.
Señoras y señores:
Toda nación sintetiza en símbolos su historia y su identidad. En cada símbolo se inmortaliza la nación. Cada símbolo inculca el sentido de pertenencia. Cada símbolo es la pedagogía cívica de los muertos hacia los vivos.
Honramos a la Bandera y al Escudo nacionales como expresión y emoción de nuestro patriotismo, pero nuestra circunstancia actual nos exige superar la mera contemplación al símbolo.
La Bandera y su Escudo deben despertar en nosotros un patriotismo socialmente útil; un patriotismo de acción, un patriotismo militante, un patriotismo de compromiso.
Un impulso para reafirmar disposiciones cívicas, para alentar vocaciones públicas.
Un patriotismo actuante no se agota en el sentimiento de pertenencia, en compartir una tierra, una lengua, una historia o una bandera, sino que es fuente de patria: decisión continua, consciente, racional, de vivir en los valores que la sociedad asume como fundamentales.
La misión de ese patriotismo de la acción es alentar la responsabilidad, el sentido de justicia, la solidaridad para reconocerse en el dolor y en las carencias del otro.
Porque ahí donde no es venturosa la vida ni esperanzadora la expectativa, ahí donde no se ve y no se siente, difícilmente puede germinar el amor a la patria.
Porque simplemente no hay patria en donde sólo hay desamparo.
Aquí, en este lugar, nos dimos cuenta de la fragilidad de nuestra convivencia. Advertimos que en algunos lugares del país los lazos de humanidad y de solidaridad entre nosotros están rotos.
Y justo ahí, en las comunidades de la desesperanza, los criminales nos llevan ventaja, colman los vacíos con promesas o con miedo; suplen con su alternativa violenta las oportunidades que no llegan a las manos de nuestros jóvenes.
Pero a los criminales no se les vence desde el estéril cruce de acusaciones o desde el instinto ciego de venganza, mucho menos desde la politiquería que usa el dolor como instrumento de incitación y de enojo.
A los criminales se les derrota. La paz se reconquista a través del restablecimiento del tejido social y del fortalecimiento de nuestras instituciones; con la serenidad de la verdad y la responsable construcción de la justicia, con el firme propósito de hacer posible y pacífica la vida en sociedad.
También, en este mismo lugar, 195 años atrás, proclamamos nuestra independencia política, nos definimos como nación, en una bandera trigarante sintetizamos nuestra identidad y empezamos a escribir nuestra historia de libertad.
Aquí, en Iguala, se introdujo el principio de igualdad de todos frente a la ley; aquí, en Iguala, surgió el deber de la nueva patria de velar por sus hijos.
Es aquí y desde aquí donde debe nacer un nuevo sentido de lo patriótico, el compromiso de actuar unidos para enfrentar todos nuestros problemas; la voluntad de rehabilitar nuestras relaciones sociales, de recuperar la confianza y la civilidad ahí donde hoy impera la barbarie.
La decisión de vivir no solamente bajo el imperio de la ley, sino también bajo el amparo de una idea compartida de la justicia. La aptitud para aprender y enmendar, para nunca olvidar, para jamás repetir.
El de Iguala debe ser el patriotismo actuante, el patriotismo de la comunidad, el patriotismo de los unidos, el patriotismo de la memoria.
Muchas gracias.