Redacción
Los niños pueden tener cáncer en las mismas partes del cuerpo que los adultos, pero existen diferencias porque pueden ocurrir repentinamente, sin síntomas precoces, aunque tienen un índice de curación elevado.
Los cánceres infantiles no siempre se tratan como los que padecen los adultos, la oncología pediátrica requiere de un hospital con especialización médica para los niños con esta enfermedad.
Antes de que un nuevo tratamiento se ponga a disposición general de los pacientes, se deberá evaluar en estudios clínicos para determinar si no encierra algún peligro y es el indicado para la enfermedad, recomendó el pediatra del Hospital General de Zona (HGZ) Uno del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Fernando Domínguez Salgado, en el marco del Día Mundial del Cáncer Infantil.
El cáncer más común en los niños es la leucemia, pero existen los tumores cerebrales y linfoma y sarcoma del tejido blando. Los síntomas y el tratamiento dependen del tipo de cáncer o lo avanzada que esté la enfermedad, llevando tratamientos como cirugía, radiación y/o quimioterapia.
Los niños enfermos a menudo reciben tratamiento en un centro oncológico infantil con pacientes hasta la edad de 20 años de edad, atendidos por médicos profesionales y alta experiencia como hematólogos y oncólogos, por mencionar algunos que están al pendiente de su salud.
Explicó que los ensayos clínicos para adolescentes y niños con cáncer se diseñan generalmente con el fin de comparar un tratamiento posiblemente mejor con el que acepta el paciente regularmente.
Dentro de los efectos que enfrentan los niños están su tratamiento contra el cáncer, después de terminar el tratamiento y como supervivientes del cáncer, pueden recibir tratamientos más intensos, los efectos son diferentes en un cuerpo en crecimiento que en los adultos, responden de forma diferente a los fármacos que controlan los síntomas.
Los pacientes con cáncer pueden padecer problemas de salud en meses o años después de un tratamiento, lo que se conoce como efectos tardíos que ameritan una consideración especial porque pueden durar muchos años, tanto físicos como emocionales.