El gobierno español declara la guerra a la mafia italiana
Con la detención de 14 criminales, la policía española muestra que endureció el control sobre las redes de lavado de dinero italianas, alimentadas por el narcotráfico mexicano
«El crimen organizado entra sin ruido. Al principio no crea alarma social. En España ha tenido mucho cuidado de no cometer actos sangrientos, pero son actividades que minan al Estado de derecho, que lo corrompen todo».
MADRID, ESPAÑA.- España ha sido, durante décadas, un paraíso para la mafia italiana. Pero eso está cambiando. La detención, la semana pasada, de 14 criminales muestra que la policía ha endurecido el control sobre las redes de blanqueo italianas, alimentadas por el narcotráfico de México y Colombia.
Los arrestos del 5 de julio en Barcelona fueron parte de una operación contra la Camorra en Italia, Alemania y España. Mediante restaurantes y empresas de compraventa de coches y joyas, se sospecha que los mafiosos y sus prestanombres (de nacionalidades italiana, española, colombiana, venezolana y chilena) blanqueaban en España el dinero de la venta de cocaína de unos socios colombianos. Uno de los restaurantes intervenidos, el Assunta Madre, es uno de los favoritos de futbolistas y artistas de la ciudad.
Un reciente informe de la Universidad del Sacro Cuore y Transcrime identifica España como el segundo país con mayor implantación de las mafias. Las cuatro grandes organizaciones operan allí: la Cosa Nostra siciliana, la Camorra napolitana, la Ndrangheta calabresa y la Sacra Corona Unitá (Apulia). Una característica de los grupos instalados en España es que nunca recurren a la violencia, para no atraer la atención policial.
«El crimen organizado entra sin ruido. Al principio no crea alarma social. En España ha tenido mucho cuidado de no cometer actos sangrientos, pero son actividades que minan al Estado de derecho, que lo corrompen todo», explica Andrea Giménez-Salinas, doctora del Instituto de Ciencias Forenses y de la Seguridad de la Universidad Autónoma de Madrid. España ha sido permisiva con la entrada del crimen organizado desde los años 80. Según Giménez-Salinas, por varias razones: «Por el dinero que traían, por la capacidad para corromper al poder local en pequeños municipios y también porque el sistema policial y judicial no estaba adaptado: España nunca tuvo un crimen organizado fuerte, y nuestra prioridad siempre fue el terrorismo».
En los últimos años, las autoridades se encontraron con que la penetración de la mafia se volvía insostenible. Aprovechando los años de explosión del sector turístico, unos 50 kilómetros de costa española son sospechosos de haber sido edificados por las mafias italianas, según datos que cita en su libro Mafia Export Francesco Forgione, presidente entre 2006 y 2009 de la comisión parlamentaria antimafia italiana.
Las escuchas policiales desvelaron que la mafia incluso ha intentado introducir candidatos en la política. Es el caso del abogado Doménico Di Giorgio, candidato por el Partido Popular en un pueblo turístico de Tenerife. Fue detenido en una operación contra miembros del clan Polverino comenzada en 2011, en la que se los acusaba de limpiar mediante cientos de inversiones en España los 50 millones anuales que ingresaba la familia. La eficacia de la mafia para limpiar dinero en España es una de las razones que han convertido Madrid en su punto de encuentro con clanes colombianos y mexicanos.
La policía europea asume que, aunque la Ndranghetta (cuyos nexos con el Cártel del Golfo están documentados desde 2008 por la comisión dirigida por Forgione, y que ahora es sospechosa de haber ocultado en Calabria al ex gobernador de Tamaulipas Tomás Yarrington) sea quien mueve la cocaína americana por Europa, es en España donde cierra sus negocios con los cárteles, y no en Italia. Desde que en 2008 comenzó la colaboración sistemática de la Guardia Civil española y los Carabinieri italianos, han sido detenidas 102 personas en España, 310 en Italia y 19 en Nueva York. La pregunta es si esta colaboración llega a tiempo.
El pasado mes, Giuseppe Nirta, uno de los jefes de la Ndrangheta, fue asesinado en la provincia española de Murcia. La policía teme que sea un cambio en el patrón de la mafia y que, en tiempos de crisis, rompa con el principio de no recurrir a la violencia.
Por Vanguardia