CIUDAD DE MÉXICO.-La ofrenda de un lobo enterrado hace más de cinco siglos y adornado con algunas de las piezas de oro más finas de la cultura mexica jamás encontradas, fue desenterrada en el corazón de la Ciudad de México, lugar de los templos más sagrados del imperio.
La calidad y cantidad de los ornamentos es muy poco común e incluye 22 piezas completas, entre ellas pendientes, una argolla nasal y un pectoral en forma de disco, todos fabricados con delgadas láminas del metal dorado, dijo Leonardo López Luján, el arqueólogo a cargo, publica Milenio.com.
La colección, encontrada en una bóveda de piedra, fue descubierta en abril cerca de la bulliciosa plaza del Zócalo, detrás de la Catedral Metropolitana y cerca de la escalinata del que fuera el templo más importante de los mexicas, conocido hoy como Templo Mayor.
«Estas son, sin lugar a dudas, las piezas más grandes y más refinadas descubiertas hasta ahora», dijo López Luján, refiriéndose a las 205 ofrendas descubiertas en los más de 40 años de excavaciones en el lugar, 16 de las cuales tienen contenidos de oro.
El lobo, de aproximadamente ocho meses de edad, fue revestido con los ornamentos así como con un cinturón de conchas provenientes del Océano Atlántico poco después de su muerte y luego colocado cuidadosamente en la bóveda por sacerdotes mexicas sobre una capa de cuchillos de pedernal, dijo López Luján.
El animal salvaje representaba a Huitzilopochtli, dios del Sol y la guerra, y era considerado una guía para que los guerreros caídos cruzaran por el peligroso río del inframundo.
El ejemplar encontrado estaba dispuesto en dirección al oeste y fue enterrado durante el reinado de Ahuitzotl (1486-1502), el tlatoani más poderoso y temido, cuyo imperio se extendió hacia el sur hasta lo que es hoy Guatemala.
La bóveda de más de 12 pies cúbicos estuvo también rellena de otras capas de elementos vivos provenientes de la tierra, el mar y el aire, todos cargados con significado espiritual para los mexicas. El descubrimiento fue posible gracias a la demolición de dos edificios que cubrieron el sitio durante más de dos décadas.
López Luján dijo que será necesario realizar pruebas en las costillas del animal para comprobar la teoría de que su corazón haya sido removido como parte del sacrificio, de la manera en que los guerreros capturados eran privados de la vida en las escalinatas de los templos.
El Templo Mayor habría tenido la altura de un edificio de 15 pisos antes de ser derrumbado después de la conquista de México en 1521.
Por SIPSE