Ofensiva iraquí de gran escala para echar al Estado Islámico
Fuerzas iraquíes respaldadas por Estados Unidos lanzaron el domingo una operación a gran escala para expulsar al grupo extremista Estado Islámico de la mitad occidental de Mosul, en la fase más reciente de una ofensiva de cuatro meses para retomar la segunda ciudad más grande de Irak.
Se espera que la batalla sea larga y difícil por la elevada densidad de población civil y la existencia de calles más antiguas y estrechas y sigue siendo el hogar de cientos de miles de civiles, a quienes se les ha dicho que no salgan de sus viviendas.
Irak declaró al este de Mosul «totalmente liberado» el mes pasado, pero el Estado Islámico ha continuado lanzando ataques allí. Horas después de que se anunció la operación más reciente, milicianos suicidas atacaron con explosivos a los soldados iraquíes y a los milicianos suníes que los apoyan en el este de Mosul.
En un breve discurso emitido por la televisora estatal, el primer ministro de Irak, Haider al-Abadi, anunció el inicio de la operación diciendo que las fuerzas gubernamentales avanzan para «liberar al pueblo de Mosul para siempre de la opresión de Daesh», empleando el acrónimo en árabe de la milicia radical.
Al-Abadi pidió a las fuerzas de seguridad que traten a los civiles de forma adecuada y que respeten los derechos humanos.
En el suroeste de Mosul podían verse columnas de humo a primera hora del domingo mientras los aviones de la coalición liderada por Estados Unidos bombardeaban posiciones insurgentes y la policía militar disparaba con artillería hacia la ciudad. Unidades policiales fuertemente armadas se preparaban para avanzar hacia el norte en vehículos blindados desde una base justo al suroeste de la ciudad.
«Vamos a terminar esta guerra si Dios quiere», informó Mahmoud Mansour, un policía, antes de la operación.
El objetivo inmediato de la ofensiva era tomar las localidades que están al sur del aeropuerto de Mosul, explicó a The Associated Press un portavoz policial que habló bajo condición de anonimato en cumplimiento con las normas del departamento.
Unidades policiales entraron rápidamente a la localidad de Athba, a casi cinco kilómetros (unas tres millas) al suroeste del aeródromo, sin encontrar apenas resistencia, constató un reportero de The Associated Press en la zona. Por otra parte, la Novena División Blindada del Ejército penetró en Bakhira, también al suroeste de la ciudad, dijo el Ministerio de Defensa iraquí.
Poco después del anuncio, Naciones Unidas advirtió que los cientos de miles de civiles atrapados en el interior de sus casas «corren un riesgo extremo» por la escasez de combustible y alimentos y los cortes en el suministro de agua potable y electricidad.
«La situación es angustiosa. La gente, ahora mismo, está en problemas», declaró Lise Grande, coordinadora humanitaria para Irak, en un comunicado. «Estamos escuchando reportes de padres que tienen problemas para alimentar a sus hijos y para calendar sus casas».
Haciéndose eco de informadores en el interior del lado occidental de la ciudad, Naciones Unidas dijo que casi la mitad de las tiendas de alimentación estaban cerradas y que las panaderías tuvieron que dejar de trabajar por la escasez de combustible y la imposibilidad de adquirir la costosa harina. Los precios del queroseno y el gas para cocinar se dispararon y la mayoría de las familias más modestas están quemando madera, muebles, plástico o basura para poder cocinar y calentarse.
«Los niños y sus familias están empezando a sufrir una escasez grave de agua potable segura», manifestó Peter Hawkins, representante de la agencia de la ONU para la Infancia, UNICEF, en Irak, en declaraciones recogidas en el comunicado. «Tres de cada cinco personas dependen ahora del agua no tratada de pozos para cocinar y beber ya que los sistemas de aguas y las plantas de tratamiento resultaron dañados en los combates o se quedaron sin cloro».
Las agencias humanitarias se preparan para ayudar a entre 250.000 y 400.000 civiles que podría huir por la ofensiva, informó el comunicado. Naciones Unidas estima que en el oeste de Mosul podría haber todavía cerca de 750.000 civiles.
Un alto comandante de la ofensiva, el teniente general estadounidense Stephen Townsend, elogió a las fuerzas iraquíes en un comunicado por ser «una fuerza cada vez más capaz, formidable y profesional».
«Mosul sería una dura lucha para cualquier ejército del mundo, y el iraquí se ha enfrentado al desafío», informó Townsend. «Han afrontado la batalla con el enemigo y han sacrificado su sangre por el pueblo de Irak y el resto del mundo».
Las fuerzas iraquíes tomaron el control de la mitad este de la ciudad, el último gran feudo urbano de los extremistas en el país, el mes pasado tras una batalla de tres meses, pero el oeste sigue controlado por el grupo Estado Islámico. Al contrario que la parte ya recuperada, el oeste está compuesto por casas antiguas que forman estrechos callejones, lo que dificulta el uso de vehículos blindados y avanza combates más duros.
Las fuerzas especiales iraquíes, el ejército y unidades de la policía federal participan en la ofensiva junto a grupos paramilitares autorizados por Bagdad, en su mayoría milicias chiíes, que operan en las afueras de la ciudad.
Mosul, la segunda ciudad de Irak, está dividida casi a la mitad por el río Tigris. Fue conquistada por los extremistas de Estado Islámico en el verano de 2014, cuando se hicieron con grandes zonas del norte y el oeste del país.
Por el Nuevo Herald