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La justicia de Francia decide si la polémica burkini es legal

La justicia de Francia decide si la polémica burkini es legal

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Con velo, sin él, con chador o cubiertas de pie a cabeza pero a cara descubierta, docenas de musulmanas esperaban ayer, bajo los 35 grados del verano parisino, poder entrar a una sala de audiencia del Consejo de Estado, cuya resolución puede cambiarles la vida o al menos imponer la mesura, en un debate que divide y apasiona al país con la fuerza de un tsunami. Ellas y Francia deberán esperar hasta mañana, a las 3 de a tarde, para saber si el Consejo de Estado, la máxima autoridad administrativa judicial del país, valida o rechaza los decretos municipales que han prohibido la burkini en al menos 30 playas francesas.

Son los sabios de la república los que decidirán si esta pudorosa vestimenta, que cubre el cuerpo de las musulmanas más estrictas con una capucha, una túnica y unos pantalones de poliéster para bañarse en el mar, puede ser usada o representa un sometimiento o una señal de radicalización islamista, como sostiene el primer ministro Manuel Valls, y ratifica la prohibición. Si ése es el caso, en Francia regiría una suerte de estado de urgencia textil, que se ha apoderado de los alcaldes de los balnearios franceses, al ordenar a las fuerzas policiales penalizar a las que la usan en la playa, al ritmo del miedo a los atentados en la Costa Azul. Pero no hay ley que la prohiba, como con la burka.

Durante dos horas y a sala repleta, el Consejo de Estado examinó hoy los pedidos de la Liga de Derechos del Hombre (LDH) y el Colectivo contra la Islamofobia (CCIF) contra un decreto municipal anti burkini, adoptado por el alcalde de Villeneuve Loubes, en los Alpes Marítimos. Las asociaciones argumentaron, a través de sus letrados, que “este decreto atenta contra diferentes libertades fundamentales como la de manifestar sus convicciones religiosas, vestirse y de ir y venir”.

En nombre de la Liga de Derechos Humanos, el abogado Patrice Spinosi denunció “un atentado a la libertad de conciencia y a la religión” en un república laica. En ella está garantizado el ejercicio de todos los credos pero el estado es neutral y no pueden usarse signos ostentatorios religiosos en el espacio público.

“El peligro es fuerte y mañana la prohibición puede extenderse a otros signos de religiosidad, como el velo (en la cabeza) y en otros lugares públicos, como la calle”, alertó el abogado de LDH. “Vuestra decisión hará jurisprudencia”, dijo el doctor Spinosi al tribunal. No se equivoca. Si se valida o se rechaza el decreto municipal de Villenueve Loubet, tendrá efecto en las 30 playas donde ha sido prohibidas en el sur, el norte y el oeste del país.

“Ustedes deben ser la brújula que indica el camino de las libertades”, argumentó el abogado, tras alertar que la decisión “tendrá un impacto considerable” y llamó a desapasionar la discusión. El abogado pidió a los jueces que se abstengan de la polémica política que divide a Francia, en plena campaña presidencial y con el Islam y las representividad ideológica de la burkini en el corazón del debate. Un tema que divide a la derecha y a los socialistas y que utilizan Nicolás Sarkozy y el Frente Nacional.

El abogado de la alcaldía de Villenuev Loubet, Francois Pinatel, mencionó “el clima de tensión postatentados” para defender la medida de prohibición de la burkini “en nombre del orden público”.

La medida es esperada ansiosamente cuando hasta el gobierno está dividido por la polémica. La ministra de educación Najat Vallaud Belkacem, y sus pares, Axelle Lemaire y Marisol Touraine, disintieron abiertamente con el primer ministro Valls por la actuación policial en la playa contra las musulmanas que la usan y su acusación de representatividad ideológica radical.

La ministra Vallaud Belkacem fue convocada a la oficina del primer ministro y llamada al órden. Dentro el gobierno se ha lanzado un debate sobre lo que representa la laicidad y su no negación de la religión. Marisol Touraine fue la más contundente y recordó que la laicidad no impide la práctica religiosa sino que la garantiza.

Esta división se agravó cuando el tabloide Daily Mail de Londres publicó una serie de fotos de un grupo de policías en Cannes interpelando a una mujer musulmana, que estaba en la playa con una túnica, leggings y un pañuelo en la cabeza. La forzaron a desvestirse y la mujer, después de mostrar que tenía debajo el traje de baño, se fue de la playa. Un fotógrafo francés, con un teleobjetivo, fotografió paso a paso la escena y vendió en –en exclusiva y por varios miles euros– las fotos al diario británico, que denunció el caso al mundo. A ella se sumó el intento de penalización de una mujer en Cannes, que solo usaba el velo en la cabeza, que no está prohibido, y la acompañaba su hija en la playa, sin bañarse. La policía también intentó penalizarla y ella se negó a pagar los 11 euros de multa porque no estaba violando la ley.

Las autoridades de culto musulmán pidieron inmediatamente una reunión con el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, que pidió que “las penalizaciones sea aplicadas de forma mesurada”. Se alejó de la línea dura de Valls, que considera a la burkini una provocación del Islam radical.

Belkacem, que nació en Marruecos, se opone al uso de la burkini pero cree que “la proliferación de penalizaciones no es bienvenida. “Yo pienso que es un problema porque plantea una interrogación sobre nuestras libertades individuales. Y porque libera la palabra racista. Uno lo ha remarcado en las verbalizaciones, en los incidentes que se han producido”, dijo Balkacem en Europe 1, al señalar que son “contraproductivas”. Una palabra que enfureció a Valls porque lo desautorizó.

El presidente Francios Hollande eligió una frase salomónica en este inconfortable y peligroso debate: “Que cada uno acepte las reglas para vivir juntos. Ni provocación ni estigmatización”.

Por Clarín

 

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