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¿Diego Valera, auténtico o farsante?… de Walter Rincón Rovelo

¿Diego Valera, auténtico o farsante?… de Walter Rincón Rovelo

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Walter Domingo Rincón Rovelo/Trascender Online Opinión

En el año 1995 conocí a Juan Carlos Cal y Mayor Franco, un junior a toda vista, que manejaba un Ford Cougar con teléfono integrado e hijo de notario público. En ese entonces yo tenía 23 años de edad, apenas saliendo de la Universidad  y con la ética periodística bien puesta sobre mis hombros.

En esa temporada, Cal y Mayor me habló para que lo apoyara en sus aspiraciones políticas arropado por el  Partido Acción Nacional. Mi amigo Ery Acuña Meneses, también fue invitado, pero no aceptó, pues él ya tenía más horas de vuelo que yo y por supuesto no se cocía al primer hervor. Pero yo sí le creí a Juan Carlos y me aventuré a escribir una parte de la historia política de Tuxtla Gutiérrez, que al final y volteando la cabeza al pasado, sólo me causa náuseas por la forma tan oxidada de cómo se puede corromper un joven político por la necesidad de darle de comer a su familia.

Haciendo cuentas, 22 años después y ya añejado por el tiempo más que por el alcohol, recibí hace unos días por invitación expresa, la atención de acudir a una reunión de carácter informal del diputado federal Diego Valente Valera Fuentes, con motivo a su cumpleaños número 33, en un restaurante ubicado en Plan de Ayala, en Tuxtla Gutiérrez.

Debo confesar que me causó asombro la invitación hecha por su gente de comunicación social, pues no somos amigos ni siquiera conocidos con el legislador del Partido de la Revolución Democrática (PRD), pero que antes militó en el Verde Ecologista.

Leí con atención a los virreyes del periodismo chiapaneco, (esos que viven mejor que muchos políticos, y que le doy gracias al legislativo que no amplíe la declaración 3de3 a los periodistas porque en mi caso, salvo mi casa de interés social y la que acabo de vender de mi madre, no podría comprobar mi mayor tesoro que tengo en mi hogar, que es mi perrita: Kiara del Carmen) yéndose a la yugular del joven legislador por atreverse a deslindarse y evidenciar a la administración del gobernador Manuel Velasco Coello. Al principio, pensé que se lo merecía, porque al inicio del encuentro entre periodistas, inició hablando que el gremio lo atacaba porque no hay un acuerdo comercial con él. Pero después, tengo que aceptarlo, le creí, a pesar de que 22 años antes Cal y Mayor, igualmente se erigía  como un tipo honesto. Con el cúmulo de experiencia que te dan los años, acepté discrecionalmente que tiene derecho a la duda.

Durante el encuentro con motivo de su cumpleaños, que por cierto no hubo regalos, pero sí un momento para que Valera nos enseñara que sabe tocar la guitarra, me llamó la atención esta frase: “Soy muy joven para ser cómplice”.

Yo no sé si de verdad, Diego Valera está mandando a chiflar a su flauta a Manuel Velasco; su justificación es porque se dio cuenta que este gobierno es de ocurrencias e infestado de malos funcionarios, y que si tomó la decisión de incorporarse al Partido de la Revolución Democrática (PRD) como legislador federal, abandonando las filas del Verde, que le dio la oportunidad de ser candidato, fue porque desde que tenía tres años su padre lo llevaba a los eventos de Cuauhtémoc Cárdenas.

Valera enseñó a los asistentes fotografías durante su etapa de niño y joven incorporado en el proyecto del PRD, proyecto que lo llevó a incorporarse en el gobierno de Pablo Salazar Mendiguchía, por provenir este, de una alianza de ocho partidos, incluyendo al Sol Azteca, y posteriormente a la administración de Juan Sabines Guerrero, quien también fue ungido por el PRD.

Diego Valera, aseguró que él, ha ocupado todas las categorías que existen en el gobierno, desde sacar copias hasta subsecretario de gobierno y reconoció que fue en el gobierno de Manuel Velasco que su nombre e imagen adquirió mayor presencia, sin embargo, este, según el legislador no cumplió sus expectativas, es decir, el proyecto de cero corrupción, de cambiar la realidad que muchos chiapanecos sufren y que lastima no se concretó.

Al oírlo hablar, insisto, me convenció, pero espero que no sea como Cal y Mañas.

Recibí como cualquier hijo de vecino su invitación para acudir el 20 de diciembre a su posada. Pero no iré por dos razones, porque no me gusta prestarme a trampolines políticos y porque soy un tipo ermitaño, sólo salgo de mi casa por cubrir una noticia en su estricto sentido.

Pero ya habrá tiempo de saber si Valera es otro igual que Calymañas o un tipo diferente.

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